Análisis de Pálido Fuego de Nabokov — Símbolos dentro de símbolos dentro de símbolos

Gerardo Vignau
7 min readApr 25, 2018

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Confieso que he comenzado este análisis varias veces y he borrado lo que había escrito. ¿Cómo empezar a explicar algo que parece tener tantas capas y tantos símbolos? Al menos de inicio se me ocurre pedir perdón a Shade, personaje principal de la novela, quien (probablemente exponiendo un punto de vista real de Nabokov), dice que si hay algo que no perdona en los ensayos de sus alumnos es que se dediquen a buscar símbolos en un texto… Yo simplemente no puedo no hacerlo.

Antes del análisis un MUY breve resumen: Pálido fuego es un libro que consta de tres partes principales: un prólogo, un poema y los comentarios de dicho poema. Lo interesante aquí es que la parte más importante del libro es el poema Pálido Fuego de 999 líneas escrito por el personaje John Shade y las otras dos partes son escritas por Charles Kinbote otro personaje quien, después de atestiguar (y ser en parte causante de) la muerte de Shade, decide apropiarse del manuscrito del poema y publicarlo con sus comentarios. Charles Kinbote se revela poco a poco como un rey exiliado de un lejano reino llamado Zembla y que llega a la vida de Shade por voluntad propia, haciéndose pasar por un profesor ruso en la misma universidad en donde Shade era profesor. Conforme leemos la novela nos damos cuenta de que Charles Kinbote intenta entrometidamente elaborar una autobiografía y en parte lo logra, construyendo sobre lo que Shade había edificado en su poema.

Empecemos ahora sí con nuestro análisis; reflejos, en esto se basa toda la novela. ¿Qué es real? ¿Qué es ficticio? ¿Importa la diferencia? La primera línea del poema de Shade dice:

Yo era la sombra del picotero asesinado por el falaz azur de la ventana

Un ave se estrella con el vidrio de la ventana por creer que el paisaje continuaba más adelante. El reflejo es un engaño fatal, una promesa que al último instante se transforma y hiere. Tiene sentido que el poema de Shade (sombra — reflejo) abra así, de manera tan contundente. John se considera a sí mismo la sombra del pájaro, ni siquiera el pájaro mismo. Por otro lado, Charles Kinbote describe en sus notas que Zembla, de donde él viene, es “el país de los reflejos” o que el Zemblano es “la lengua del espejo”. Los reflejos son pues una forma de imitación, una limitante a nuestra percepción, una prueba de nuestra mortalidad, una contraparte a la realidad:

[…] la realidad no es ni el sujeto ni el objeto del arte verdadero, el cual crea su propia realidad especial que nada tiene que ver con la “realidad” media percibida por el ojo del común de los mortales.

Nabokov propone que el arte es una forma de crear otra realidad, tema que después tendrá más sentido al final del poema. Por lo tanto, en principio, todos somos como animales que corren fatalmente hacia su propio reflejo sin saber que éste no es la realidad que representa. Nuestra sombra (un reflejo sin detalles) nos acecha y esto se hace presente en Pálido fuego a través de Gradus, personaje que cruza el mundo para asesinar al rey exiliado de Zembla y termina por matar por error a John Shade que se encontraba con Charles en ese momento. Gradus se describe en el libro como parte de un grupo de extremistas que se llaman a sí mismos Sombras. Además, ellos presuntamente se reúnen a planear el asesinato del rey en el laboratorio de una fábrica de vidrio e incluso se describe a Nodo, el hermano de Odón, este último había sido un compañero del rey que lo había ayudado a escapar de Zembla (Nodo — Odón al revés). Ahondando más en esto, el personaje de Gradus se describe como un antiguo fracasado en la industria del vidrio, un hombre mecánico, un individuo estúpido, alguien que “llamaba injusto y engañoso a todo aquello que superara su entendimiento”. Parece ser que Nabokov nos describe a alguien que vive cómodamente en las tinieblas sin un atisbo de querer moverse de ahí. Gradus comienza a ponerse en movimiento, por los engranajes del destino o el azar, yendo hacia Kinbote y Shade, el día en que éste último comienza las primeras líneas de su poema. Aquí, sin duda, hay una metáfora ineludible. Estamos, en cierto grado, constituidos por dos realidades: la experiencia de ser y la experiencia que recibimos de nuestros reflejos cuando nos presentamos ante los demás: ¿cómo pensamos que se nos percibe? ¿Cómo creemos que nos ve el mundo que nos rodea? Y el libro comienza a sentirse como cuando uno camina hacia su reflejo en el espejo:

Gradus parece que hace alusión a la palabra grado o gradual, que se utiliza en otros lados del libro:

¿Qué momento de la desintegración gradual elige la resurrección? ¿Qué año? ¿Qué día? ¿Quién tiene el cronómetro? ¿Quién arrolla la cinta?

Por lo tanto, Gradus, por obra del destino se acerca gradualmente al momento en que se cruzará con Shade y lo matará por error. Se aprecia aquí un hilo conductor: todos estamos siendo acechados cada vez más cerca por el factor, cualquiera que este sea, que nos dará la muerte en algún momento. La vida puede ser vista como un absurdo, el azar obrando ininteligiblemente o puede ser que exista un sentido, un mas allá, un Dios. Aquí es donde creo que el libro comienza a sentirse como un eje de donde parten todos los hilos que entretejen los temas que se tocan.

Freud mencionaba que existe una pulsión de muerte en cada ser humano, un deseo de experimentar de nuevo un estado prenatal, un “instinto de regresar al estado inanimado” (Cohen, 2010) y Nabokov, no sé si de manera directa, hace alusión a esto:

Si yo fuera poeta escribiría seguramente una oda al dulce deseo de cerrar los ojos y rendirse totalmente a la seguridad perfecta de la muerte deseada. En éxtasis uno pregusta la vastedad del Abrazo Divino que enlaza el espíritu liberado, el baño caliente de la disolución física, lo desconocido universal tragándose al minúsculo desconocido que había sido la única parte real de nuestra personalidad temporal

Aquí, Charles Kinbote y John Shade comienzan a tomar caminos separados respecto a su opinión de lo que hay después de la vida. Esta es una de las cosas que más disfruté del libro. Nabokov propone dos ideologías, esperar una salvación, una vida eterna a través de una doctrina que así lo promete y otra en que la vida y la muerte no tienen más sentido que el que les damos nosotros. Aquí dos citas como ejemplo, la primera de Kinbote y la segunda del poema de Shade:

No había nubes en el cielo desencantado y la tierra misma parecía suspirar en espera de Nuestro Señor Jesucristo. En esas mañanas soleadas y tristes siento siempre en mis huesos que existe todavía una posibilidad de no quedar excluido del Cielo y de que me sea concedida la salvación a pesar del barro helado y el horror que hay en mi corazón.

Después de un episodio en que el corazón de Shade se detiene unos segundos, él alcanza a ver una fontana blanca en la oscuridad y piensa que este es el signo de que existe un más allá. Después de encontrar un artículo en donde una persona describe una situación similar en que vio una fontana blanca, Shade contacta al periodista que había escrito dicho artículo sólo para descubrir que había habido un error y la otra persona no había visto una fontana sino una montaña (fountain — mountain). Shade escribe en el poema:

Encontré este libro después de ver Blade Runner 2049

¡Vida Eterna… basada en una errata! Mientras volvía a casa reflexioné: ¿aceptar la sugestión y dejar de investigar mi abismo? Pero de pronto vi que allí estaba la verdadera cuestión, el tema en contrapunto; nada más que esto: no el texto sino la textura; no el sueño sino la coincidencia invertida, no el absurdo fútil sino una trama de sentido. ¡Sí! Bastaba que yo pudiera encontrar en la vida algún vínculo laberíntico, una especie de estructura concordante en el juego, un arte plexiforme y algo del mismo placer que quienes lo jugaban encontraban. No importaba quiénes eran.

Lo que me gusta de esta última frase es cómo se refiere a esta búsqueda de sentido como su abismo. Nabokov nos deja, desde mi punto de vista, con la reflexión de pensar en qué creemos nosotros. En lo personal, me identifico con la búsqueda de Shade, con esa alusión al azar pero la posibilidad de una existencia superior. Lo que creo que este libro nos deja podría ser pensar en dejar de ser nuestra propia sombra , dejar de reconocernos sólo en los reflejos de nosotros mismos, comenzar a abrir los ojos y pensar cuál es el sentido de nuestra propia vida y por qué escogimos éste dentro del laberínto de espejos en el que nos movemos. A final de cuentas, nadie se considera un mero autómata, ¿o sí?

  • Gerardo Vignau

Mi twitter: @Jerry10h

Cosas que utilicé para este análisis:

  • Pálido fuego — Vladimir Nabokov. España, 2017. Edición de Anagrama, traducción de Aurora Bernárdez.
  • Cómo leer a Freud — Josh Cohen. CDMX, 2010. Editorial Paidós. Traducción de Pilar Carril.
  • Acá un pequeño video sobre la alegoría de la caverna de Platón: https://www.youtube.com/watch?v=1RWOpQXTltA

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Gerardo Vignau
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Written by Gerardo Vignau

Escritor mexicano y marketero en la industria de la música. Compra mi novela: “La ciudad de los reflejos” aquí: https://www.kichink.com/buy/2295861/libros-gerar

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